1 de SEPTIEMBRE de 2012
COM!C.PROSAIKO
Según el folclore
popular un buen profesor nace a partir del miedo respeto que les genera
a sus alumnos.
Los estudiantes de una clase no tan feliz han implementado
ciertas prácticas con el fin de sobrellevar dichas horas con salud, valor y fe.
Las mismas son comercializadas en lo que fuera una especie de “santería y
cotillón estudiantil” que se abre al público en los horarios de la penosa
previa.
“¿Me preguntará a mí?” “¿Seré yo el humillado hoy?”
“¿Me hará pasar al frente?” “¿Me tocará ser un “ausente mental”?” “¿Cuántas
faltas se pueden tener?... ¿y cuántas tengo?” “Si me siento atrás y me acurruco
voy a evitar que me haga contacto
visual”. Estas son algunas de las frases dichas antes de que entre en escena la
feliz persona.
En el puestito estudiantil hay artilugios de los más
extraños y útiles al mismo tiempo. Todo está pensado para espantar los miedos y
alivianar tensiones.
Por ejemplo, tienen disponible “agua bendita” en un
cómodo rociador de bolsillo cuya función es “anti-estrés”. Básicamente, cuando
el estudiante se ve inmerso en la tortuosa situación de interrogatorio
intensivo basta con dos medidas de rociador direccionadas a las fosas nasales y
una profunda inhalación para amortiguar la adrenalina y volver momentáneamente
a los cabales. El “agua bendita” tiene su mayor efecto a los 10 segundos de
haber sido inhalada y su duración total es de cinco minutos. Los fabricantes no
refieren algún inconveniente a la hora de repetir el tratamiento de forma
seguida por tiempo indeterminado en caso de ansiedad obsesiva, síndrome de
neurosis y paranoia.
Otro producto de mucha utilidad son las estampitas con
la imagen de Santa Cecilia. Las mismas no sólo vienen en la presentación
clásica sino que también en simpáticas planchas de stickers para cada hoja de
la carpeta, en formato digital que se transfiere por “bluetooth” para tener de
fondo de pantalla en el celular, en formato ‘brillitos’ para decorar la parte
trasera del celular, en formato tatoo lavable para partes del cuerpo de rápido
acceso visual, en pulceras y stenciles para uñas. Con la compra de una Santa
Cecilia vienen de regalo unos versos de palabras validadas, exclusivos para ser
recitados en el mismísimo valle de sombra y de muerte.
Cuando sentimos que se aproxima la pregunta basta con
mirar fijamente la imagen de inmaculada bondad, en cualquiera de sus formatos,
y rezar fervorosamente:
“Santa Cecilia: llena eres de
bondad, venga a nosotros tu buen espíritu y aleja de tus estudiantes las
preguntas exhaustivas. Venga pronto tu clase de piedad y tu misericordia sea
con nosotros todos los días que seamos estudiantes. Amén.”
En otra categoría se encuentran artefactos más
sofisticados como lo son: interruptores de corriente inalámbricos para apagar
focos de luz de localización
estratégica; decodificadores de números de celular para, aparte de que puede
ser utilizado con otros fines no tan académicos si se quiere, desviar la
atención del interrogador con inesperados y sobretodo recurrentes llamados a su
celular; marcadores que no escriben, fuertes alarmas de simulacro de incendio,
bombitas de olor y disfraces de recientemente accidentado para inspirar piedad
y también lástima y así esquivar infortunios.
Se rumorea que para finales
del presente año lanzarán un nuevo producto que según dicen hará furor, la tan
esperada capa de invisibilidad.