¡¡DEJÁ PROPINA ANTES DE IRTE!!

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septiembre 17, 2018

DE QUE SIRVE


¿De qué sirve dar todo de uno mismo en un medio donde no es valorado?
¿De qué sirve invertir tiempo en enseñarle a personas que interpretan, tu esfuerzo y tus enseñanzas, como soberbia o como ganas de imponerte autoritariamente?
¿De qué sirve prevenirle errores a los demás si por hacerlo te van a tildar de represor, obsesivo y molesto?
¿De qué sirve apadrinar a personas que no se ponen la camiseta, que no se la juegan, que son incapaces de reconocer la entrega que involucra el querer que los demás crezcan?
¿De qué sirve invertir tiempo en aquellos que no tienen capacidad de escucha, ni de empatía ni de reconocimiento?


Hoy termino cayendo (lamentablemente cuando la realidad atañe a la adultez siempre es caer, nunca subir) en una realidad muy dura:
Mientras uno más entiende a los demás, menos lo entienden a uno;
Mientras uno más defiende y protege a los demás, menos lo defienden y protegen a uno;
Mientras uno más ayuda y cubre a los demás, menos lo ayudan y cubren a uno.
Mientras uno más lucha por los demás, menos luchan por uno.



Hay cosas que no se enseñan, ni se previenen, ni se dictan, ni se anticipan. El golpe, el porrazo, la humillación y la derrota son duros, amargos y grandes maestros. Porque a veces es preferible que se enojen con dios, que piensen que la vida es injusta y el sistema una porquería; a veces es esa la única manera de que no te vean como un autoritario déspota y despotriquen en tu contra. Tergiversan el acto de cariño y lo leen proveniente del odio. Tergiversan, malentienden, se dejan influenciar por venenosos, se envenenan y lentamente se autodestruyen. Porque el día que nos olvidamos del valor de la lealtad: ese día en el cual empezamos a no jugárnosla por nada ni nadie, ese día en que dejamos de mantenernos firmes por una causa, ese día en que permitimos la burla de lo que consideramos correcto, ese día en que permitimos sin juzgar, sin entender y olvidándonos de la empatía; ese día en el que dejamos de ser transparente, ese día en el que por el afán de agradar dejamos de respetar; ese día en el que nos quedamos sin lealtad, ese día morimos.



Quiero dejar de entender, de defender y proteger, de ayudar y cubrir; quiero dejar de luchar. Una vez más llego a la misma conclusión, los “adultos” son una decepción.