2011
Experiencia Abstracta
Diálogos con el Silencio
-Por favor, dos minutos más. Necesito contener la primera lágrima un poco más.
De a momentos me inunda el sentimiento y lucho para posponerlo, luego nuevamente viene y seca mi garganta hasta casi formar tristes grietas.
-No puedo creer que en apenas instantes vas a soltar mi mano para siempre. No puedo creer que en un instante vayamos a tomar caminos separados después de haber caminado siempre juntos. No puedo creer la rapidez despiadada del tiempo… si pareciera ayer que Papi nos iba a buscar a la escuela y tomábamos la leche juntos en casa… pareciera ayer que pasábamos las tardes enteras juntos, entretenidos o no tanto pero juntos… pareciera ayer que eras mí responsabilidad y te cuidaba y entendía. ¿Quién te va a cuidar ahora, quién te va a entender?
Alistamos mi bolso tratando de ser indiferentes a la despedida, tratando de no olvidar nada pero obligándonos a olvidar lo más importante aunque sea por un instante.
Solo nos queda bajar esta interminable escalera y nuestros caminos empezarán a separarse…
-Pasa primero Chu.
Cada escalón se siente como si alguien apretara mi corazón. En cada escalón se siente cómo nuestros hombros bajan más la guardia dejándonos indefensos y vulnerables como niños. Avanzar significaba adentrarnos a la dolorosa nueva realidad de la separación.
Aún bajando y observándote de espaldas, en el preciso momento en que empiezo a perder el control motor de mi mandíbula escucho tu agudo y desgarrante sollozo y ya no puedo contenerme más. Todo mi esfuerzo por parecer fuerte se había derribado hasta sentirme desbordado por el dolor de soltarte la mano.
¡Cómo duele crecer! ¡Cómo duele separarse de alguien con quien estás emocional y biológicamente tan fusionado! Como despedirme de mí mismo…
Abrazos y sollozos involuntarios fluyen como salidos de lo más profundo del alma, de lo más sublime de nuestra esencia.
-¿Cuándo fue que nuestras manitas pequeñitas se convirtieron en adultas?
-¿Cuándo fue que te hiciste grande corazón?