Mar del Plata me enseñó
que el "durante",que siempre tanto me torturó, puede ser por demás
divertido y rico en experiencias y personas con quienes coincidir. Me enseñó a
no permitir que la ansiedad me prive del respeto por el camino.
Mardel me enseñó que sí
se puede bailar en el día a día.
Por primera vez en mi
vida siento que estoy en casa, esté en mi departamento, en el trabajo, en la
calle, en la playa; en donde sea, es casa. Siento que respiro sin desear estar
en el futuro... siento que amo hoy, que bailo hoy, que la vida es hoy y que
todo se puede hoy. Cada vez siento menos trabas, menos restricciones, menos
peros; cada vez siento más alas.
Como por primera vez,
siento que siento.
Gracias a esta ciudad
mágica por darme tanto. Gracias a Dios por permitirme estar abierto a todo lo
que este lugar me ofreció.
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