31 de marzo de 2011
Experiencia Abstracta
Diálogos con el Silencio
Abriendo los ojos a un estadio futuro, su cómplice Soledad se convirtió en la más exigente prueba que había tenido que enfrentar hasta el momento.
La abstinencia de reflexión había auspiciado en su accionar e imaginación el libertinaje malsano y lentamente su instinto animal fue desdibujando los límites entre el sí y el no.
Desde los confines del alma, el silencio del subconsciente gritaba por ayuda. Ni la propia alma lo escuchaba… El largo tiempo prescindiendo de la conciencia tal vez se había llevado, entre otras cosas, su sensibilidad a la pureza.
Inundado en lágrimas y entumecido por las inclemencias de las experiencias, en medio de la oscuridad, vio esa mirada que, entre horror y asco, describía más su propia situación que la ajena. Como un haz de luz lo atravesó y dejó al desnudo; y por primera vez después de mucho se vio a si mismo tal cual sus actos.
Así, cayó en lo profundo de los desórdenes y del caos de un continente hostil que crecía constantemente haciéndolo sentir cada vez más liliputiense y carente de todo tipo de dignidad y derechos.
Se dio cuenta de que su creación incomprendida había dejado de tener sentido incluso para él, ¡El primero!
Más que una mirada fue un golpe de pánico que por misericordia divina tocó su fibra sensible.
Absorto en su patética realidad de esclavitud voluntaria holló sus propios gritos sangrientos suplicando libertad.
Una ola de subversión le puso tinte fuego a sus ojos y lo posesionó. Fulgurando su alma acudió totalmente indefenso a la única salida.
Todo su sentir se resumió en una palabra; tal vez la palabra con más significado emocional para él: -Sáname.
Incansablemente se repetía la palabra en su mente, las uñas de su alma la grababan en los cristales de sus ojos. De pronto todo era eso y no se veía, escuchaba o sentía otra cosa.
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